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Quico: “en el fútbol no hay clases sociales”

Quico en acción

La rutina nos sitúa al borde del precipicio, a riesgo de caer en el aburrimiento. La monotonía nos despoja del impulso (y la necesidad) de sentirnos felices. Es algo que hay que trabajarse cada día, y cuesta, ¡vaya si cuesta! Afortunadamente, hay señales, momentos, en que uno recupera el rumbo, encuentra inspiración. Yo la encontré en José Eugenio Ruiz Palacios “Quico”.

Quico lo ha vivido y sigue viviendo todo con pasión, desde la humildad y la curiosidad, siendo consciente de que la vida, como el fútbol, es un equilibrio donde cada uno tiene su papel y nadie es más que otro. Un credo que nos hace grandes como sociedad. Quico, ¿todo esto te enseñó el Betis, y todo esto le enseñaste tú?

¿Por qué Quico?

Me viene de familia. Yo era el más chico antes que naciera mi hermano Tato. Mis hermanos Antoñito y Elo me decían “el chico” y, de ahí, “Quico”.

¿Conoces tus estadísticas? En sus 6 temporadas en el Betis, Quico jugó 80 partidos de Liga, marcando 6 goles; 17 de Copa y 62 amistosos, en los que hizo 3 tantos.

Puede ser. No lo tengo contabilizado…

Te formaste en el Betis desde muy joven. ¿Cómo fueron tus inicios?

Entré en los Infantiles con 12 años. Jugábamos en el campo de Cross, en San Juan de Aznalfarache. Salí con 28; toda mi carrera la hice en el Club. Desde esos comienzos estuve de compañero con Joaquín Parra. Luego sí estuve 4 años en el Recreativo de Huelva.

En la temporada 1981-1982 pasas del Betis Deportivo al primer equipo. ¿Cómo recuerdas esa transición?

En aquella época era difícil que los jugadores de la cantera pasaran al primer equipo. No obstante, tuvimos la suerte de que Carriega tiró de Joaquín Parra, también canterano, que se hizo “dueño” del equipo. Entonces el Club, viendo el éxito de Joaquín, tiró de Antonio Casado y posteriormente de otros que estábamos a las puertas: Salva, Gabino, Cristóbal, Antonio Reyes, Julito, yo mismo…

¿Cómo recuerdas tu debut en partido de Primera División?

El día que firmé con el Betis fue de los más felices de mi vida. Lo disfrutamos mucho en la familia. Tras la firma pasamos por “El Mudo” en Mairena y compramos gambas y langostinos para celebrarlo con la familia. Teníamos todos una alegría inmensa. Firmé 4 años más otros 4 de retención. Un contrato básico que se hacía a jugadores canteranos que pasaban a la primera plantilla.

¿Tuviste un padre de esos que están siempre encima del niño para que triunfe?

Para nada. Él era apasionado del fútbol, pero nada más. En mi casa la preocupación se centraba en los estudios. El fútbol es algo que apareció por el camino, pero nada más.

¿Estudiabas mientras jugabas al fútbol?

Sí, estudié Ingeniería Agrícola. Aún estudiaba cuando entré en el primer equipo. Me costó la propia vida. Los entrenadores no te daban los permisos que necesitaba para hacer los exámenes y en la facultad no me permitían adaptar la fecha de los exámenes. Así que muchas veces tuve que dejarlos para el final de temporada, mi época de vacaciones. Fue duro. No se daba la importancia que se da hoy a los estudios.

 ¿Cómo recuerdas tu debut?

Debuté contra el Celta de Vigo, en casa; partido de Liga. El Celta iba abajo en la tabla de clasificación. Recuerdo siempre que íbamos en el autobús. Miraba a Gordillo, Cardeñosa, Esnaola… y pensaba en la paliza que le íbamos a dar al Celta. Era la época del “currobetis”.  Nos salió un partido horroroso; perdimos 0-1.

¿Qué aprendiste de esas primeras figuras que has nombrado? Todos tus compañeros entrevistados han destacado el compañerismo.

Totalmente. Los jóvenes, en el vestuario, nos colocábamos en una silla que nos ponía Alberto Tenorio y no te movías de ahí.

No eres el primero que me dice lo de la silla. Era así, literal…

Claro, porque el vestuario tenía percha para cada jugador, pero no para los que llegábamos de la cantera, te quiero decir… Así que te ponías en la sillita y te callabas la boca. La generación nuestra tuvo la suerte de convivir con los jugadores de una de las épocas más gloriosas del Betis, en que ganó la primera Copa del Rey. Pero como te digo, aprendimos el sentido del respeto entre los compañeros. Porque lo que tú vives hoy, mañana me toca a mí; en el fondo, todos somos iguales.

Dicen que los entrenamientos en Oromana eran duros, rudos podríamos decir…

Cierto, vivimos el “boom” de la importancia de la preparación física en el fútbol y fuimos un poco “conejillos de india”.

En el 82 fue el Mundial de España. ¿Cómo lo viviste?

Rafa (Gordillo) estaba en ese equipo. Deseaba que le fuese lo mejor posible. Por lo demás, lo viví como un aficionado más.

Desde el 82 juegas 6 temporadas en el primer equipo del Betis. Cuéntame tu trayectoria en este periodo.

Te puedo decir que, para mí, desde que entré en el Betis hasta que salí, fue una felicidad plena. Disfruté de los encuentros, de los viajes, de las concentraciones. Y no fue fácil. Cuando pasé al primer equipo tuve fractura de tabique nasal y posteriormente me partí los ligamentos cruzados de la rodilla, con complicaciones posteriores, infecciones y demás. Estuve con ello 2 años prácticamente, hasta volver a recuperarme. En estas circunstancias fui cedido al Granada, que estaba en Segunda División, para intentar ir cogiendo el ritmo que me hacía falta. Estuve sólo 2 meses, porque decidí volverme. Pensaba que me iba a recuperar mejor aquí. Fueron 2 años complicados, cosas de fútbol.

Después recuperas ya el nivel…

Sí, a partir de esta primera etapa complicada me consolido en mi posición dentro del equipo. Ten en cuenta que en esa época no había mucha rotación. Por ponerte un ejemplo, mi debut como titular es en Bilbao contra el Athletic. Jugué de lateral izquierdo, y el número 8 que llevaba era de Parra, porque ese día no jugó Joaquín. Los equipos estaban configurados de forma que cuando un jugador era titular en una posición, no se solía cambiar; no había la rotación que hay hoy en día.

Fuiste compañero de Casado, a quien también entrevistamos para esta sección. De hecho, tu debut fue sustituyéndolo en un partido de Copa. ¿Qué compañeros permanecen en la retina?

En general, todos. En el Betis siempre ha habido buenos futbolistas. Siempre me acordaré de mi último año, cuando el Betis fichó a López Ufarte. En la pre-temporada que hicimos en Andorra juntos,  me decía, que no se imaginaba los entrenamientos que hacíamos, pensaba que eramos un equipo con mucha calidad pero que no se entrenaba tanto .

¿Entrenadores que te hayan marcado?

Siempre mi agradecimiento a Antal Dunai, que me hizo debutar. Y luego, al que he tenido más cercano ha sido Luis del Sol. Fue una persona que sabía muchísimo de fútbol y decía las cosas muy claras. Siempre fue muy respetuoso en el vestuario, donde daba a cada uno su sitio.

¿Cómo era Quico, el jugador?

He sido defensivo. En la cantera jugué siempre de defensa central, y luego en el primer equipo me tuve que adaptar al lateral izquierdo. Algunas veces con Gordillo. Cuando éste fichó por el Madrid alterné ambas posiciones. Pero siempre con mentalidad defensiva. Aunque siendo del Betis tenías que saber que el balón debía salir siempre “jugado”. Por suerte teníamos a Esnaola, que ponía el balón directamente a nuestros compañeros de delante, pero los defensas teníamos que saber colocar igualmente el balón a nuestros compañeros del centro del campo. Había que jugar el balón. Es una idiosincrasia nuestra: sacar el balón jugado.

¿Qué cualidades debe tener un buen jugador de fútbol?

Lógicamente, depende de las posiciones. Pero lo importante es estar entregado al proyecto. Ser compañero, aceptar las derrotas y suplencias, no criticar al contrario. Entrega, dedicación y honradez.

¿Cómo llevabas la presión que se soporta en los partidos, en el estadio?

Siempre lo he llevado bien. Nuestra afición llenaba los campos por donde íbamos. Y en nuestra época la curiosidad de saber cómo lo íbamos a hacer en cada partido contribuía al llenado de los estadios. Era un poco así. Mira, incluso íbamos a jugar a otros campos, como el de la Real Sociedad, o a San Mamés, y nos llenaban el césped con “una cuarta de agua” para ponernos las cosas difíciles. Entonces no había los controles de hoy día. Nosotros también hacíamos algo parecido. Recuerdo un partido en casa, mes de Mayo, contra la Real Sociedad. El césped estaba bastante alto y sin regar, le metimos 5 goles.

En 1988 pasas al recreativo de Huelva. ¿Cómo fue la experiencia?

Fueron 4 años. El Recre es además un equipo muy cercano a Sevilla. Cuando dejé el Betis tuve ofertas para irme fuera, pero decidí ir a Huelva. Que por cierto me matriculé en Ingeniero Forestal. Pero me costó trabajo, porque ya tenía a mi hijo y acabé dejándolo.

Eres una mente inquieta…

Sí, como ya tenía la carrera de Ingeniería Agrícola, fui a por la forestal, pero bueno, no le hinqué el diente como es debido; salíamos de viaje en autobús algunas veces el Viernes y volvíamos el Domingo de madrugada; antes todos los partidos eran el Domingo a las 5 de la tarde. Deportivamente, mi paso por el Recre tuvo dos etapas. La primera en que estuvimos cerca del ascenso a Primera; y la segunda en que descendimos a Segunda B. Estuvimos cerca de un año sin cobrar con muchísimos problemas económicos y cerca de la desaparición. Fueron dos años duros. Luego acabé en  San Juan de Aznalfarache.

El equipo de tu pueblo.

Sí, lo que me permitió también hacer la transición al mundo laboral más allá del fútbol. Siempre he sido apasionado de las plantas y la jardinería. Tuve la oportunidad de jugar en el San Juan y al mismo tiempo trabajar en un proyecto de escuela taller de jardinería. Así me fui incorporando al mundo laboral, algo que no es fácil para muchos jugadores.

¿Cómo describirías al Real Betis de hoy en día?

Es una maravilla ver el camino que se está llevando. Para mí la clave es el proyecto de Haro y Catalán, con su libro de ruta a medio-largo plazo, profesionalizando desde hace tiempo sectores del Club que estaban desatendidos; luego, el proyecto de la Ciudad Deportiva… Estoy muy orgulloso de lo que veo.

Perteneces a la Junta Directiva de la Asociación de Exjugadores. ¿Cuál es tu cometido?

Me llamó Joaquín Parra y para mí es un honor ayudar. Hacemos una labor totalmente altruista, potenciando el nombre del Real Betis Balompié y, por otro lado, ayudamos a compañeros exfutbolistas que puedan estar pasando por malos momentos. Es algo que te llena, muy satisfactorio.

¿Actualmente a qué te dedicas?

Tenemos un centro de jardinería aquí en Bollullos de la Mitación. Una empresa familiar, Viveros la Juliana. Tuve la fortuna de dejar una pasión, el fútbol, para dedicarme a otra pasión, la jardinería. Ya sabes, cuando algo te gusta, no hay horas suficientes en el día.

¿Qué te ha enseñado el deporte?

El fútbol es un deporte de equipo. Cuando perteneces a uno, todos los compañeros son iguales, con independencia del dinero o la clase social. Desde que teníamos 12 años, todos éramos iguales. Eso te hace ver que no eres el centro del mundo. A ponerte en el sitio del otro antes de criticarlo. El fútbol es un equilibrio, es un entorno en el que formas parte de un todo, donde tienes tu papel. Y eso es extrapolable a todo en la vida.

Algunas imágenes de Quico y sus compañeros