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Julio García: “Me considero un embajador del Betis”

By 9 octubre, 2022No Comments

El fútbol es, al fin y al cabo, una dimensión ideológica en la que manifestamos nuestra forma de estar en el mundo. Hay tantos jugadores como las personas que son. No estamos «descubriendo América», pero, de vez en cuando, resulta gratificante reflexionar sobre la antropología que se manifiesta en el mundo del balompié y del deporte en general. Discernimos sobre esto con el exjugador del Betis, Julio García Fernández, que jugó en el primer equipo entre 1983 y 1993, pero vinculado a esta institución desde los 11 años. Julio es hoy miembro de la Junta Directiva de nuestra Asociación, y también integrante «sin ánimo de lucro» de ese nutrido grupo de Brand ambassadors que llevan el Betis por bandera. Julio, como muchos de sus compañeros, han sido profesionales en el Betis y tras colgar las botas siguieron defendiendo y difundiendo a capa y espada nuestros colores y valores. Son, los embajadores del Betis.

Sevillano, nacido en 1965 en el barrio de La Macarena… ¿desde cuándo juegas al fútbol?

Empecé en Fútbol 5, que se jugaba entonces en los pabellones deportivos de los colegios. En esa época ya destacaba, especialmente por la altura. Participamos en un torneo que se llamaba, precisamente, Torneo, se jugaba los sábados y además se televisaba. En uno de los enfrentamientos con el Betis me vio Domingo Polo, una persona muy vinculada al Club. A través suya, entré en los Alevines del Betis con 11 años. Polo no tenía cargo en el Betis, pero traía a muchos jugadores al Club.

¿Cómo se llamaba el equipo del colegio donde empezaste?

Los Escolapios. También estuve en el Moto Guzzi, un equipo de la empresa donde trabajaban nuestros padres.

Hablamos de la marca de motos…

Sí, la empresa hacía piezas para Moto Guzzi, y así se llamaba el equipo de la fábrica.

Con 11 años llegas al Betis.

En Alevines, después a Infantiles, Juveniles (entonces no había cadetes). Luego al Betis Deportivo y de ahí al primer equipo. Tuve una cesión al Recreativo de Huelva con 20 años, una experiencia muy positiva, porque estuvimos jugando en Segunda División A, con Víctor Espárrago como entrenador. Coincidí con Carmelo, que había jugado antes en el Betis, Cristóbal y Peña. Nos clasificamos para los Play Off de ascenso. Nos quedamos a las puertas de subir a Primera División. Al año siguiente volví al Betis.

Entiendo que el Betis te recupera tras la buena temporada en el Recreativo.

Imagino que consideró que era el momento de volver. Antes de mi cesión, yo jugaba en el Betis Deportivo. El Club me cedió para que cogiera experiencia en el fútbol profesional. La Segunda División A es ya una categoría muy competitiva. Fue una gran oportunidad de jugar contra grandes equipos y futbolistas, lo que me hizo evolucionar como deportista. Al volver al Betis había adquirido experiencia en competición. El entrenador era John Mortimore. Recuerdo que no jugaba ni en los partidos de entrenamiento. Entonces Víctor Espárrago me dijo que si quería ir al Cádiz C.F.. Le dije que encantado. Lo que pasó es que esa semana jugamos en Granada el trofeo de La Alhambra. Me salieron bastante bien las cosas. Y a la semana siguiente empezaba la Liga. El primer partido fue un Sevilla-Betis; ganamos 1-2. En este partido debuté en el primer equipo, que, en realidad, era la segunda vez, pues ya lo había hecho anteriormente, con 18 años. Finalmente permanecí en el equipo.

Cuando se cede un jugador, parece que se hace porque no se le quiere en ese momento. Sin embargo, se hace también para que se forme futbolísticamente.

Esa era precisamente la idea del Betis. Y yo la vi con muy buenos ojos, porque el Recreativo era un muy buen equipo que estada luchando por subir a Primera. La oportunidad estaba clara. Me dieron el trofeo a mejor jugador. Sólo tengo buenos recuerdos de mi paso por Huelva.

Has dicho que en tu verdadero debut tenías 18 años. ¿Cómo fue?

Lo hice en Copa del Rey y en Liga. El primer partido de Liga fue contra el Mallorca en el miniestadio del Barcelona. Tengo una anécdota muy bonita. Los medios y el mundillo en general, estuvieron diciendo toda la semana que yo con 18 años iba a debutar en el Betis. Antolín Ortega estaba lesionado, y yo estaba preparado para sustituirle, porque, aunque jugaba en el Deportivo, entrenaba con el primer equipo. Pero, finalmente, hizo todo lo posible por recuperarse y jugó, en detrimento mío. Quedé bastante afectado. Entonces Antolín me dijo: “Tienes que aprender de lo que te ha pasado. No puedo ponértelo fácil. Esto es una rivalidad sana entre jugadores”. Fue una gran lección de un gran jugador.

Otro jugador histórico del Club…

Sí, Antolín tenía una gran calidad técnica. Creo que no fue reconocido como se merecía. Asumió con gran responsabilidad su papel en el campo de juego, sacrificando quizá la posibilidad de jugar mejor. Hay jugadores que tienen un gran talento, pero debido a su posición y función en el equipo deben dejar las acciones claves y decisivas a otros jugadores. Antolín era uno de ellos.

¿Cómo fue tu evolución en el primer equipo?

Bueno, empecé jugando de central, luego me pasaron al centro del campo, otra vez de central, lo que antiguamente se jugaba como hombre libre, que luego se fue desfasando; luego fueron dos centrales, uno marcaba y otro hacía la cobertura. Con esa premisa jugamos con el Betis. No fue una época de muchos logros, porque el Club vivía esos años una situación muy inestable. Pero yo siempre tuve claro que tenía que pelear mucho. Sabía que siempre iban a traer un central o un centrocampista. Siempre tenía que luchar por mantener mi puesto, y lo conseguía.

La rivalidad sana de la que hablaba Antolín.

Eso no es malo. Es normal que los equipos se refuercen. Víctor Espárrago nos decía: “Aquí no se quita a nadie. Os quitáis y os ponéis vosotros”. Para mí eso era un acicate para trabajar y mejorar cada día.

¿Cuánto tiempo estuviste en el Betis?

Empecé a jugar con 11 años y me marché con 28. Luego me dieron la oportunidad de ir al Murcia y, tras un año, al Almería, donde pasé mis últimos 4 años de profesional. Ya llegó la hora de prestar más atención a la familia.

¿Tienes hijos?

Tenemos 3, uno de ellos debutó en el Betis, Carlos García. Con un buen papel en los escalafones inferiores. Está jugando en Torremolinos, en Segunda B, precisamente en el mismo grupo del Betis Deportivo. Es muy bético, vive el equipo con pasión, fruto de la influencia familiar, pero también del trato recibido en la cantera del Betis, que siempre trata de forma excelente a los jugadores.

¿Qué opinión te merece la cantera?

Ahora estoy en otros asuntos, más vinculado a la Asociación, pero me cuentan que se está llevando a cabo una estrategia de trabajo con los chavales muy acertada, decisiones tomadas por personas que saben de qué va todo esto. Decisiones que piensan en primer lugar en los chavales y luego en el Club, lo cual, en mi opinión, es lo acertado. Y eso debe dar sus frutos. Estamos sin duda consolidando un gran futuro.

Antonio Reyes, responsable de la Ciudad Deportiva, está allí de sol a sol, pendiente de todo.

Son personas que lo viven, lo dan todo; es lo que te decía. Hace unos días vi en el programa Béticos una entrevista a García Soriano. Él es un ejemplo de los embajadores del Betis. También me considero uno de ellos. Llevamos siempre al Betis por delante.

¿Y qué me dices de la afición?

La afición siempre, siempre, siempre ha estado ahí. Ahora el equipo está jugando muy bien. Espero que no retroceda en el rendimiento, pero tenemos que estar preparados para asimilar periodos como los que hemos tenido en el pasado.

¿Qué te ha enseñado el deporte?

Me ha dado la posibilidad de llegar al Betis. Desde los 11 años, en el Betis me han enseñado a mirar por tus compañeros, a sacrificarte por lo que quieres. Cuando oigo a alguien menospreciar a un jugador de Primera División, siempre digo que ninguno es malo; todos han tenido que trabajar y luchar mucho para llegar donde están.

Compañeros que te hayan marcado…

Cuando empezamos a entrenar con el Betis, Reyes y yo nos sentábamos en una silla de madera a mirar a las figuras con los que jugábamos. Estas figuras se mostraron siempre cercanas a nosotros, nos apoyaban, nos abrazaban y animaban. Aprendí mucho de su profesionalidad. Cuando yo fui profesional consolidado, traté de hacer lo mismo con los que empezaban.

¿Cómo te definirías técnicamente?

Decían que era un futbolista con poca dureza, echaban en falta más agresividad. Pero me he considerado técnicamente correcto, intentando ver el fútbol de la mejor manera posible, tratando de ayudar a mis compañeros.

Tras colgar las botas, ¿sigues vinculado al fútbol?

No, empecé a trabajar en el sector de los seguros, donde sigo hoy día. Sí es verdad que me dieron la oportunidad de ser el segundo entrenador de Jaime Quesada para llevar el equipo de Liga Nacional. Pasé dos temporadas muy bonitas. Ser segundo entrenador te da la oportunidad de relacionarte con los jugadores de una manera diferente a como lo hace el entrenador principal. Asumí mi papel no sólo de técnico sino de guía y educador, para crear valores y buenas actitudes ante el trabajo diario y la relación con los compañeros. Porque así se forma un buen equipo, entiendo yo.

Sigues vinculado al Club a través de la Asociación de Exjugadores…

Agradezco al Club y a la Asociación el papel que hace, porque de alguna manera es un homenaje a todos los que a lo largo de nuestra historia hemos vestido la camiseta del Club. Ayudamos a la gente que lo necesita, y no es una ayuda sólo económica. Una labor que se hace con mucho cariño. Queremos que la Asociación siga viva y que entren nuevos exfutbolistas para que entre todos podamos seguir ayudando.

Sin duda es un espacio donde puedes entregarte a los demás.

Y gracias al Club, insisto, que ha apoyado siempre nuestra iniciativa.

¿Alguna última reflexión?

Diría que entrevistas como estas son las que hacen que los exfutbolistas sigan “vivos” y permiten que las nuevas generaciones conozcan a quienes han llevado el Club hasta nuestros días.